Plaza Cívica Los Libertadores, cerca al centro de la ciudad
La “Ruta Villamil” en la ciudad de Neiva es el conjunto de 10 esculturas que representan algunas de las canciones más importantes del compositor.
Se encuentran en diferentes lugares de la ciudad: parques centrales, glorietas, entornos universitarios y hasta en escondidos rincones.
El conjunto de monumentos elaborados en diferentes materiales y técnicas fue instalado en el año de 2003, a partir de una convocatoria para artistas.
A pesar de que los monumentos no se encuentran cercanos los unos a los otros, es posible llegar a ellos y conocerlos en el transcurso de una tarde, planeando una ruta en automóvil.
Esta curiosa canción es un homenaje al papel que han tenido los caballos en la historia de Colombia. Los caballos humildes y anónimos de los campesinos, los caballos de las ferias de exposición o los heroicos de las batallas libertadoras, están retratados en la canción: “Los domingos marcha al pueblo, Con su carga hacia el mercado; Va con paso alegre, va bien valonado, Baja humilde al campesino y Colombiano…”
Durante las fiestas de San Juan y San Pedro participan hasta 6.000 jinetes con sus caballos. Las numerosas cabalgatas y los desfiles de las reinas del festival, incluyen por lo general la presentación de caballos criollos y de paso.
La escultura de tipo minimalista está compuesta por tres cilindros que terminan en la parte superior en una cabeza elaborada en plástico reforzado con poliéster y fibra de vidrio. Cada uno de los cilindros está pintado con uno de los colores de la bandera de Colombia, lo que la hace muy vistosa y representativa.
El Barcino fue un fiero toro de la hacienda El Cedral donde el compositor Jorge Villamil nació y vivió parte de su infancia. Fue de un bello animal reconocido por su altivez y porte. A pesar de las advertencias de su padre de no acercarse al toro, a Jorge Villamil le gustaba torearlo, por lo que el animal fue trasladado a otro potrero. El Barcino fue robado por la guerrilla de las FARC, junto a mucho más ganado. Tiempo después fue recuperado por el ejército, sin embargo en medio de las necesidades de alimento de la tropa, es sacrificado.
La escultura muestra algunos de los elementos que se relatan en la canción, y que a su vez recuerdan algunos de los hechos de la vida del Barcino. En la escultura, el toro está siendo enlazado por un hombre armado, que bien podría haber sido un guerrillero, mientras es atacado por un canaguaro, una especie de felino de las américas.
La escultura se encuentra en un popular parque de la ciudad donde se pueden adquirir artesanías, dulces populares y los tradicionales bizcochos de achira. Así dice una de sus estrofas: “Cuando en los tiempos de la violencia, se lo llevaron los guerrilleros, con «Tirofijo», cruzó senderos, llegando a El Pato y al Guayabero… Pasan los años, y allá olvidado, contra la muerte lucha el Barcino, lleva en el morro, las cicatrices, de fieras garras del cunaguaro”.
Luna Roja es una canción inspirada en una historia que Jorge Villamil escuchó durante su primer viaje a los extensos llanos orientales de Colombia.
Si bien la canción habla del amor y del desamor, también narra cómo la Luna se ve roja a lo lejos debido a las quemas de los pastos; esta escena es el marco principal del relato.
La escultura elaborada con 25 columnas de acero de 4 metros de altura, tiene la particularidad de crear la ilusión de movimiento y tridimensionalidad en la medida que los visitantes la rodean. Se encuentra ubicada en una glorieta de la ciudad.
En esta versión la artista quiso representar tres medias lunas quebradas y alineadas. El espectador debe también caminar alrededor; jugar con las formas, encontrando una gran plasticidad en la obra. Así el verso que dice: “por senderos de un constante buscar, de los labios que mintieron al besar”, queda representado en esta obra de 4 metros de alto.
La vía que conduce de Bogotá a la ciudad de Neiva, toma dirección Sur, en medio de un extenso valle enmarcado por dos vertientes de la cordillera de los Andes colombianos.
Luego de pasar por el mítico cerro del Pacandé, donde abundan las historias de los indígenas de la región, el viajero puede considerar que ya se encuentra en la tierra “opita”*
Esta canción es una de las más importantes del compositor, y se considera casi un himno de la región; narra el paisaje formado por los cultivos de arroz, los bosques de chaparrales y samanes, y el profundo sentimiento de amor a la tierra.
La escultura en hierro, representa al cerro de Pacandé, a los arrozales y boques. Gracias al diseño de un orificio y un círculo que están enfrentados, mientras el espectador camina hacia a escultura, crear la sensación del cambio de las fases de la luna. Además, las formas de escultura están elaboradas de tal manera que cuando el viento corre en determinada dirección, se puede escuchar un leve silbido, imitando a la canción cuando dice: “En noches, noches de verano brillan los luceros con más esplendor. La brisa que viene del río me dice hasta luego, yo le digo adiós”.
La guadua es un género de planta de la familia del bambú. Crece en forma natural a orillas de las fuentes de los ríos o en lugares húmedos. De los guaduales, Villamil dice que lloran, en las tarde, pero que también están alegres; construyendo una metáfora sobre el paso de la vida: “También los he visto alegres, entrelazados mirarse al río; danzar al agreste canto que dan las mirlas y las cigarras… Y todos vamos llorando o cantando por la vida. Somos como los guaduales a la vera del camino”.
La obra está compuesta por 8 bases y setenta tallos que, por su forma e inclinación simulan estar armoniosamente agitados por el paso del viento, tal y como lo dice la canción.
El caracolí hace referencia a un frondoso árbol en el que los pescadores del río Madalena anclaban sus pequeñas embarcaciones. De niño, Villamil había visitado ese lugar en compañía de su padre, pero al regresar muchos años después, no encuentra ni pescadores, ni balsas; solo el viejo árbol caracolí, ya muerto. La canción narra las nostalgias de una gloria que ya había desaparecido para finales de los años 50 del siglo pasado: “Busqué las playas del inmenso río que en el pasado feliz recorrí. Hallé el sendero cubierto de abrojos, las casas viejas se cayeron ya”.
La escultura ubicada en un lugar poco accesible de la ciudad está construida con láminas de acero sometidas a oxidación, sobre cinco bases. La estructura imita el tronco del árbol de caracolí, con su textura típica.
La canción Llamarada narra la historia de las infidelidades mutuas de una pareja de casados en la ciudad de Ibagué. Villamil era cercano a esta pareja y cuando se enteró de su inminente separación, intentó hablar con ellos para que desistieran de la decisión; pero ya estaba todo resuelto. El esposo afirmaba que su matrimonio había sido como una llamarada que había convertido todo en cenizas. Frente a este pasaje, Villamil escribió: “En una llamarada, se quemaron nuestras vidas, quedando las pavesas, de aquel inmenso amor”.
La escultura de 5 metros de alto, en lámina de acero soldado está compuesta por ocho láminas que por su forma circular y su disposición concéntrica, representan la dinámica de una hoguera que se eleva al cielo.
Me llevarás en ti cuenta la historia del primer amor de juventud de Villamil. La novia que había tenido durante casi 5 años se iba al exterior para hacer sus estudios, y él se quedaba en Colombia viéndola partir. La canción es un duro mensaje para ella, y que tiene como propósito dejar huella en su memoria: “Me llevarás en ti como las sombras; que tienen en las tardes los ocasos, como llevan las rosas sus espinas, como los sufrimientos llevan llanto”.
Para esta novia de la adolescencia, también compuso la canción: Garza Morena, en la cual podemos conocer un poco más de este personaje: “Tienes los ojos tristes garza morena, guardas nostalgia en tus ojos que causa pena…”
La escultura construida en ferro-concreto revestida de bronce, representa a una pareja que parece que acaba de soltarse de las manos. Ella se eleva al cielo con una fuerza casi imposible de detener, mientras que él arrodillado, y con el brazo extendido, la ve partir.
Esta alegre y sentida canción está netamente inspirada en una melodía indígena, donde las flautas dulces y las tamboras acompañan la letra que habla de los antiguos indígenas del cerro del cerro de Pacandé. Los ritos ancestrales y sus fiestas míticas quedan reflejadas en este verso que dice: “Cuando se llegan las fiestas, vienen hasta sus laderas muchos descendientes de antiguas tribus guerreras. Evocando en sus cantares, rememorando en sus danzas los sacrificios y altares de los indios Natagaímas…”
La escultura está elabora en metal con fundición. La obra representa a un par de tambores, instrumento musical autóctono en la mayoría de las interpretaciones folclóricas del mundo, y que en este caso, rememora las antiguas danzas indígenas y los ritos de las tribus que poblaron esta región.
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