En la noche del 18 de junio de 1987 corrió un rumor que alertó a toda la ciudad de Neiva: Se había roto la represa de Betania, que se encuentra río arriba, a pocos kilómetros de la ciudad y era la inminente una avalancha. Cuentan los que vivieron este acontecimiento que las gentes salieron con las prendas que tenían puestas. Algunos alcanzaron empacar maletas, otros llevaban radios, e incluso los pesados televisores de la época. Las calles de las parte altas de Neiva como el Barrio El Jardín o La Gaitana se vieron inundados de los asustados habitantes.
Muchos de ellos encontraron albergue por esa noche entre vecinos. Los carros no cabían ya en las calles, que en cuestión de minutos colapsaron. Muchos dejaron abandonados los carros a medio camino. La espera no fue larga. Luego de un par de horas, miembros de la policía remontaron las calles con megáfonos anunciando que todo era una falsa alarma, que podían regresar a sus casas con toda tranquilidad. Muchos no lo hicieron por incredulidad. Hacía solo un par de años había ocurrido una de las mayores tragedias naturales de Colombia y quizás de toda América, cuando un deslave del volcán Nevado del Ruiz arrasó las poblaciones de Armero y Guayabetal. Más de 20 mil personas murieron. Dos días antes, las autoridades habían anunciado que no existía peligro alguno…
Villamil no estaba en Neiva cuando ocurrieron los hechos, pero a su regreso comenzó a investigar y a preguntar entre los vecinos del barrio La Gaitana. En la casa de Eduardo Tovar comenzó a escribir la letra de la canción La Estampida que recoge con humor esta escena de la historia de Neiva, donde entre otras cosas se dice que hay que salvar la marrana y dejar a la suegra para que aprenda a nadar…
Los culpables de esta alarma fueron al parecer, tres hombres que habían bebido mientras veían la transmisión de un partido de futbol por televisión. Una emisora de radio que no verificó los hechos se sumó al rumor.
Un reconocido padre en una homilía llevada a cabo días después, dijo que había llegado a la conclusión de que los neivanos estaban muy mal de pijamas.
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