Muchas de las canciones de Jorge Villamil Cordovez son como descripciones de escenas cinematográficas en las que intervienen tanto personajes, atmósferas, objetos como los sonidos que acompañan estos momentos.
Una de esas canciones es La Trapichera que describe una situación de enamoramiento repentino y un oficio tan tradicional como el de extraer de la caña de azúcar esa “dulce miel”. En su primera estrofa esta canción dice:
Cuando pasas tan garbosa,
Camino de la enramada,
Te saludan los turpiales,
Se engalana la mañana.
Estas cuatro líneas serían suficientes para recrear el paso de una orgullosa y bella mujer campesina, camino a la enramada. Tan bella y atractiva que los turpiales le cantan a su paso.
Más adelante, en la canción se confirma la belleza y sensualidad de esta mujer trapichera con cabellos negros, cual azabache y boca purpurina.
Los turpiales son aves muy llamativas por sus colores y por su canto. Durante mucho tiempo fueron puestos en jaulas por estas cualidades. Existe el dicho muy conocido de que “canta como un turpial” para dar a entender lo agradable y prolífico de su canto.
Los turpiales se encuentran desde el sur de México hasta Panamá, Colombia y Venezuela, principalmente. Se alimentan de insectos, arañas y de algunos frutos.
Se los distingue por ser de color amarillo dorado, con alas y cola negra. Ya adultos pueden medir hasta 25 centímetros.
Y mientras “hierve en la paila la dulce miel”, los turpiales vuelven a cantar.
Los Guaduales es otra de esas canciones insignia de Jorge Villamil, de esas canciones que se convierten en iconos de la naturaleza.
Esta canción de caminos ancestrales donde los guaduales lloran y luego están alegres trascendió los límites de lo musical, a tal punto que la palabra “guadual” se ha utilizado como nombre de sinnúmero de lugares.
En esta canción los guaduales están personificados como campesinos o como cualquier persona golpeada por los avatares de la vida, pero también recompensada de tiempo en tiempo. Y en estos momentos de alegría le acompaña el canto de las mirlas y las cigarras. Así lo dice la canción:
También lo he visto alegres
Y entrelazados, mirarse al río;
Danzar al agreste canto
Que dan las mirlas y las cigarras.
Las mirlas son muy comunes en toda Colombia y las hay de muchos tipos. La que aparece mencionada en la canción del maestro Villamil parece ser la mirla común de pico negro y cuerpo gris oscuro o parduzco. Son muy comunes en los valles del Cauca y Madalena. Su alimentación principalmente consta de nueces, frutos y algunos insectos, y le gusta convivir cerca del hombre. También se distingue por su canto, aunque a diferencia de los turpiales, no es apetecida para ser llevada a jaulas. Las mirlas adultas pueden medir hasta 24 centímetros. Y de las cigarras, bueno de las cigarras hablaremos en otra nota.
Para terminar esta tercera entrega de las aves en las canciones de Villamil, vamos a referirnos al ave, quizás más común que pueda existir. Amada por ser símbolo de la paz, y a veces odiada en áreas urbanas por su indiscriminada reproducción y sus hábitos de andar en grandes grupos: La paloma. La canción que menciona, con entusiasmo, a esta ave es: Sur del Huila.
Cuenta la historia que la canción surgió durante un viaje del maestro Jorge Villamil Cordovez como dirigente de Liga de Ciclismo del Huila, en 1960, al sur de Huila, entre Altamira y Pitalito.
Esta canción está llena de descripciones del paisaje en el que aparecen como protagonistas muchas especies de árboles como los cámbulos o el chicalá, y por supuesto también las palomas. Así reza la estrofa de la canción que se refiere a esta ave:
Blancos festones se mecen
Con suave vaivén de salvajina
Son como palomas en vuelo,
Que anuncian la paz
Del sur de Huila.
Pero más allá de mencionar a ciclistas montados en sus “caballitos de acero”, la canción parece un homenaje a la paz y a la alegría que se respiraba por esas épocas en esta región, tan azotada también por las guerras.
Como dato un tanto curioso, la paloma, a diferencia de otras aves que hemos mencionado en estas entregas, fue introducida de Europa a los Estados Unidos y luego a llegó a los países de América Latina, aunque también es posible que algunos individuos hayan llegado directamente. Se la considera un ave doméstica. Le gusta vivir en las estructuras de los edificios con espacios para anidar, de preferencia cerca al hombre pero con cierto espacio para que pueda reproducirse, como debajo de puentes, cornisas o espacios de edificios abandonados.
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