Los actuales objetivos del desarrollo sostenible propuestos por las Naciones Unidas, ya estaban presentes de alguna manera en muchas de las canciones de Jorge Villamil.
El compositor nació en un entorno donde la naturaleza era el centro de antención: los cedros, samanes, naranjos y chaparrales acompañaban los cultivos de café; los animales de granja y el ganado siempre estaban a la vista y hasta podían tener identidad propia. La aparición de una extensa fauna está presente en muchas de sus canciones. El contacto directo con el paisaje, enmarca muchas de las historias de las canciones; los valles, los cerros y los ríos son referenciados con nombres propios. Las temáticas de las canciones hablan de las tradiciones ancestrales, las referencias a los indígenas de la región y de la cultura popular. En este sentido hay una observación de la geografía en su sentido amplio. Las canciones que se refieren al medio ambiente, están elaboradas con una poética donde los paisajes y movimientos de la naturaleza, son un reflejo de las acciones y costumbres del ser humano; donde se trasciende lo descriptivo, para llegar a lo simbólico.
A pesar de haber desarrollado sus estudios universitarios en la capital colombiana, la capacidad de asombro por los elementos de la naturaleza de Jorge Villamil, está presente con fuerza. Rescata los sentimientos que transmiten los paisajes y en ellos hace aparecer personajes cotidianos y de la cultura popular.
Visto en perspectiva sus canciones constituyen hoy un legado vigente y visionario sobre lo que es la ecología, pues hoy más que nunca hemos encontrado el valor que tiene el medio ambiente para el presente y futuro de la humanidad.
El principal legado que dejan sus canciones es mostramos la sensibilidad que podemos hallar al apreciar la naturaleza, el valor del detalle paisajista, y cómo, todas estas escenas de la naturaleza, pueden ser metáfora de nuestras propias vidas.
Ser capaces de poder volver a apreciar la naturaleza en términos de la existencia humana, es la real tarea que tiene nuestra especie para sobrevivir en la actual crisis. Algunos de los analistas de la obra de Jorge Villamil como la que hace Fortunato Herrera Molina S.J. afirman que: “El profundo sentimiento de sus temas melódicos, unido al lirismo de sus poemas, producen una sintonía emocional, una especie de catarsis…” La herencia de sus temas se convierte en un mensaje con un efecto poderoso para las nuevas generaciones.
Aquí algunos ejemplos significativos:
Espumas
“Igual que a las espumas
que lleva el ancho río,
se van tus ilusiones
siendo destrozadas
por el remolino.”
“Espejos tembladores
de aguas fugitivas,
van retratando amores
y bellos recuerdos
que deja la vida.”
La novedosa doble analogía entre las espumas de un río caudaloso, que son como las ilusiones que destroza la fuerza un remolino, sugiere la empatía total del hombre con la naturaleza.
Es el retorno del hombre a sus orígenes, o quizás la muestra de que nunca se los abandonó. Algo tan sencillo, como complejo; el ver reflejadas las situaciones personales, en las escenas que la naturaleza nos muestra de manera sincera.
Los Guaduales, 1965
“Lloran, lloran los guaduales
porque también tienen alma…
También los he visto alegres
entrelazados mirarse al río;
danzar al agreste canto
que dan las mirlas y las cigarras…
Y todos vamos llorando
o cantando por la vida.
Somos como los guaduales
a la vera del camino.”
Actualmente se ha demostrado que las especies más básicas de animales tienen sentidos como el tacto e incluso que sienten dolor. Lo mismo se ha dicho de las plantas. A nivel científico puede ser temerario decir que tienen “sentimientos”, sin embargo la analogía y la personificación con las características de estas plantas de la familia del bambú, resulta casi perfecta. Este fue el sentimiento que percibieron en abril de 1967 los asistentes a la Conferencia Mundial de Orquideología, que se llevaba a cabo en el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe de la ciudad de Medellín, cuando escucharon por primera vez esta canción; se le reconoció de inmediato un valor ecologista y humanista.
De los confines de la selva aparecen también homenajes a ciertas especies felinas como el canaguaro. En esta composición Villamil logra crear un símil entre el día y la noche, y la figura del canaguaro. Realiza una cuidadosa descripción del animal asignándoles atributos y características construidas con elementos del entorno.
Canaguaro
Canaguaro, ¡rey de la selva y el llano!
el sol dibuja el dorado
dejando un tinte quemado
sobre el lomo de su piel.
Y la entraña de la noche fue estampando
unas mariposas negras
unas mariposas negras
que oscurecieron su tez.
Son sus pasos sigilosos al acecho
y sus ojos dos carbones que al brillar
le robaron el fulgor a los luceros
e iluminan las penumbras del palmar.
A la orilla del estero está el barcino
del cual se escucha el bramido;
el desafiante bramido…está dispuesto a pelear.
Otra capacidad del autor es dejar de ser un observador externo para convertirse en el protagonista de las historias. Al dejar su papel como compositor racional, el efecto resultante es construir personajes que cualquier cantante puede apropiar. Esta característica está también presente en las canciones de amor, donde inspirado en historias ajenas, las toma como propias y construye un sujeto poético de la escena. En la canción El Canalete de 1970, Jorge Villamil se convierte en un pescador. En esta composición se nota también la alegría por lo sencillo y cotidiano de la vida, donde el medio ambiente es todo el entorno.
El Canalete
Cuando en las tardes remonto el río,
baila en mis manos rudas el canalete.
Va azotando las aguas con maestría
y en las noches de luna, desafía la corriente
y avanza la canoa que es mi fortuna;
y en las noches de
luna, desafía la corriente
y avanza la canoa que es mi fortuna.
Mi canalete, rey del remanso,
que fue tallado de humilde balso;
él es testigo de mis amores
y siempre me acompaña
en mis ratos de hastío
y cuando estoy alegre
también se alegra conmigo.
Mi canalete…mi canalete…se alegra conmigo
Otra canción donde se demuestra la empatía con la naturaleza es en Los Aserríos. Los árboles adquieren voz y están personificados como los héroes de una trágica historia de destrucción de la naturaleza a manos del desarrollo irracional. Hay una fuerte crítica al accionar del hombre, que llega hasta las acciones de la política internacional, y que para el año de su composición, 1989, ya eran evidentes.
Los Aserríos
Ya los tiempos han cambiado;
se pierde en el olvido.
Recuerdo cuando de niño
yo iba hasta los aserríos.
Recorriendo aquellos campos
por veredas y caminos
entre el aroma del aserrín
con su perfume de cedral;
y el dulce canto del turpial, de hermosos trinos
Esos paisajes se han acabado;
hachas y sierras los han cambiado.
“¿Por qué me hieren
-grita el árbol a las hachas-
secando mi alma como secan los ríos?”.
Los animales ya muy pocos y escondidos.
Las aves mueren porque tumbaron sus nidos.
Hoy que este mundo muere de hastío,
se debate sin amor entre guerra y terrorismo.
Entre misiles que apuntan presagiando el cataclismo;
no se respetan ancianos, las mujeres, ni los niños.
Son frecuentes en Villamil, las añoranzas por los tiempos ya pasados y debidos a los cambios que sufre la naturaleza a causa del accionar humano. Se ofrece una recreación del paisaje donde los ríos están secos y las aves que han perdido sus nidos. Los Aserríos y El Caracolí se constituyen de esta manera, en un mensaje universal.
El Caracolí
Busqué en las playas del inmenso río
que en el pasado feliz recorrí
halle el sendero cubierto de abrojos
las casas viejas se Cayeron ya
y aquéllas barcas de los pescadores
que reposaban sobre el arenal
ya no se encuentran ya no se encadenan
añoso tronco del caracol
Muchas otras canciones mezclan la observación de la naturaleza con sentimientos de amor o de las relaciones humanas. Algunas de estas canciones son: Los Nidos, Las Margaritas y El Gualanday.
El Gualanday
Ya el gualanday floreció,
El mes de mayo ha venido
Canta la alondra en su nido
Y dice en su madrigal:
“nunca me eches al olvido”.
Otras composiciones se centran más en la descripción de los personajes y de los paisajes, como la canción Tambores de Pacandé y Al Sur. En esta última el autor es capaz de entender que le dice un rio y puede comunicarse con él.
Al Sur
Azules se miran los cerros, en la lejanía
Paisajes de ardientes llanuras,
con su arrozales de verde color.
En noches, noches de verano,
brillan los luceros con gran esplendor,
la brisa que viene del río,
me dice hasta luego, yo le digo adiós…
En Al Sur, se presenta también la ejemplificación idealizada de una tierra de promisión sostenida por la fuerza, la valentía y la cultura de un pueblo.
Jorge Villamil Cordovés, primero con la nostalgia de un mundo desaparecido, y luego con la crítica de los efectos perjudiciales del progreso sobre la naturaleza, hizo un llamado temprano sobre la necesidad de proteger el medio ambiente, y todo el sistema que lo compone, incluyendo al ser humano con sus costumbres y tradiciones.
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